El arte sin órganos

_ Ana Gorostizu

Ana Gorostizu es una flanêuse del sonido. Peregrina hasta las raves en los bosques y los recintos industriales en las afueras de la ciudad y observa la alianza que establecen los cuerpos con las máquinas. Allí el sonido de los altavoces, el humo y las luces estroboscópicas se funden con el sudor y la carne en una criatura colectiva que se mueve, que respira y que habla un lenguaje propio. Porque la música
electrónica no es tanto un género como una serie de prácticas en las que la materia sonora, el ruido y la abstracción hacen de interfaz entre la humanidad y la tecnología.

El arte sin órganos es un recorrido por ese territorio habitado por las voces fantasmales de las grabaciones y los samples. Por los DJ, brujos capaces de pulsar y pausar el tiempo con sus mesas de mezclas. Por la melancolía que invocan las melodías siniestras del lofi y el ambient. Por un reguero de cuerpos agitados como bacantes que despiertan tras un largo encierro pandémico.

Este ensayo es una mística del techno. Una etnografía del club. Un diario del trance. Un breve tratado político sobre la fiesta como espacio de libertad, diversidad y deseo. Pero sobre todo es una cartografía de los sonidos que articulan nuestro tiempo.

 

«En esta época de agotamiento generalizado en las artes, y en la vida, la rave sigue pareciéndonos a muchos una situación en la que los sentidos y el cuerpo pueden cobrar vida. El reto es crear un lenguaje que le haga justicia. Ana Gorostizu aporta tres formas de conocimiento: como productora, como raver y como oyente. En el espacio entre estas perspectivas encontramos esa experiencia vital de la rave que tanto nos gusta».
_McKenzie Wark, autora de Raving

«El arte sin órganos recoge con precisión expresiva y conceptual todo lo que la música electrónica es capaz de producir en los cuerpos».

_Pablo Caldera

«Ana no solo ha logrado arrancar de la música electrónica, quizás el fenómeno más elusivo y desafiante de la cultura popular contemporánea, una formidable propuesta teórica, sino que con ello se ha tomado en serio el imperativo más importante de la filosofía: estar a la altura de su presente».

_Pepe Tesoro

23 de octubre en librerías

 

Primera edición: octubre de 2024
Colección: bastardilla
Género: ensayo
ISBN: 978-84-17496-95-1
PVP: 15,9 €
Formato: 11 x 17 cm. | rústica
Páginas: 180

Entre luces estroboscópicas, delante de un gran set de altavoces, el sonido de los bajos emana de mi piel. Hay vibraciones que soy incapaz de escuchar que mueven mi vello y forman una especie de aura extraña que me recubre el cuerpo. Me pregunto cuál será su color, su capacidad protectora; hasta dónde llegará esta vez, cuánto tiempo me durarán sus efectos analgésicos. Me gusta bailar cerrando los ojos porque imagino que todo lo que toco forma parte de mí. Sé que mi consciencia y las consciencias de los demás experimentan un despertar deleuziano aquí dentro. Nos hemos convertido todas en pequeñas intensidades que no cesan su contacto, que componen un todo, que en sus repeticiones crean diferencias. Siento que aquí soy bienvenida, porque sin mí no habría fiesta —al menos eso me dicen mis brazos, mis manos, mis pies—. La ceguera temporal que provocan los destellos de las luces es, en mis párpados, una especie de dibujo condenado a desaparecer. También ellos construyen la experiencia estética que vivo aquí dentro, me dejan rendida frente a todo ese poder que la máquina tiene sobre mí. En realidad, prefiero que sea ella la que me gobierne, con sus ritmos ahistóricos, su flujo de intensidades y posibilidades. Cuando no veo lo que hacen los demás, siento que mis movimientos, de lado a lado, de arriba abajo, son los mismos movimientos que hacen mis amigas, mi novio, las desconocidas. El aire que respiramos está caliente. Lo prefiero caliente. Me gusta especialmente bailar y pensar que yo existo como una especie de conciencia etérea, amorosa, afectiva, eterna. Hasta que acabe la noche, duraré eternamente. Hasta que las luces se enciendan, algo mío vivirá en la pista de baile para siempre. Mientras siga aquí dentro, soy una manada de animales en proceso de construir un futuro más amoroso, más aceptable, más diverso. No tengo cuerpo, soy un beat, un deseo, un rizoma.

 

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