Un paseo por nuestras novedades del 2023

Arrancaba hojas de catálogos de editoriales sin levantar la cabeza. La Feria del Libro de Frankfurt acababa de abrir y aquel conocido agente de aquel reputadísimo sello internacional parecía llevar toda la noche con la confección de aquel fajo de papeles. Rasgaba las fichas de los libros que le interesaban y los colocaba en una pila que ya abultaba medio palmo. Con la vista puesta en un catálogo de no ficción coreana, me iba lanzando acertijos en inglés. ¿Quién es el mejor filósofo español vivo? ¿Quién es la ensayista de tu generación? ¿Si tuvieras que empezar un sello desde cero a quién publicarías? Respondía con rodeos y él forzaba una expiración por la nariz, lo que interpreté como un signo de falta de interés.  Como el de esta editorial era el único catálogo que no se había mirado, me pidió que lo definiera. A cada respuesta que le daba, él me devolvía un «Be more precise» que yo contestaba con una nueva explicación. Y así estuvimos un buen rato. Mientras aquel hombre jugaba a mantenerme ocupado, me acordé de Benoît Mandelbrot y de aquel artículo que escribió después de imaginar la longitud de un viaje que recorriera a pie la línea de costa británica; de cómo aquel artículo acuñó el término fractal para explicar que en un centímetro de cada cala y cada acantilado hay otra cala y otro acantilado igualmente detallado; de cómo la medición del perímetro de la costa británica depende de la unidad de medida que se emplee: cuanto más pequeña sea, mayor será el resultado. A esto se le llama la paradoja de la línea de costa y era justo en lo que pensaba mientras el conocido agente del reputadísimo sello internacional me exigía precisión. Pensaba que un catálogo editorial también es fractal y se replica en sus libros y que estos a su vez se replican en los que el autor leyó para escribirlos y esos en los que sus autores leyeron para escribirlos, y así hasta el infinito.  En cada libro hay una cosmovisión, como lo hay en cada página y en cada párrafo.

Esta es una invitación a pasear por la línea de costa de nuestro catálogo, por las novedades que están por venir en el primer semestre del 2023.

El recorrido comienza con La escritura y el cuerpo, de Gabriel Josipovici, un ensayo sobre la relación del autor con lo escrito, la oposición entre sinceridad y retórica y, finalmente, el proceso mismo de escribir, en el que mente y cuerpo se entrelazan de manera ambigua. A partir de la lectura de Kafka, Muriel Spark, Borges, Shakespeare y Laurence Sterne, Josipovici reflexiona sobre la confianza en el lenguaje y la literatura para nombrar la realidad. De él ha dicho Deborah Levy que es «uno de los escritores más distinguidos y audaces del Reino Unido». Además, se trata de una coedición con la editorial chilena Roneo.

Le sigue Memeceno. La era del meme en internet, un ensayo colectivo que trata de delimitar el espacio que los memes ocupan hoy en nuestras vidas. Críticos culturales, historiadores, filósofos y creadores de memes reflexionan sobre qué es un meme, sobre quién los crea y los difunde; si pueden ser considerados arte o cuál es su dimensión política y qué mundos nos ayudan a imaginar.

Tras él llega Criaturas fenomenales, una antología de cronistas nacidas a partir de los ochenta; un mapa del periodismo literario que recoge voces de todos los países en los que se habla español. Este es un libro indispensable para entender lo que está ocurriendo en Hispanoamérica y, sobre todo, cómo se está contando. El trabajo ímprobo de selección y cuidado lo han hecho María Angulo Egea y Marcela Aguilar. Trae, además, un prólogo -qué prologo- de Gabriela Wiener.

En abril llegaremos a la edición catalana de Leer mata, de Luna Miguel. Después de editarse en México, Chile y, si todo va bien, Argetina, este breve tratado sobre los peligros de la lectura aparecerá en las librerías con una magnífica traducción al catalán de Unai Velasco.

La última novedad antes del verano, salvo imprevisto de última hora, será Viaje a Liberland, de Grégoire Osoha y Timothée Demeiller. La historia sobre cómo en 2015 el político checo treintañero Vít Jedlička se interesó por un ‘terra nullius’—es decir, un territorio que no pertenecía a ningún Estado— entre Serbia y Croacia, lo reivindicó como propio, creó un país, y se autoproclamó presidente. Esta República Libre de Liberland defiende con ahínco la “libertad” pero en términos de mercado. Vít Jedlička se considera de la corriente libertaria por eso la bandera Liberland luce amarilla y negra como la del anarcocapitalismo.

Por supuesto y como siempre, todas las cubiertas son de Ximo Abadía.

Gracias por acompañarnos y leernos.

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